Bueno, cosas de la complejidad. Nadie dijo que gestionar, lo de dirigir es harina de otro costal, proyectos de esta envergadura fuera fácil, y de hecho no lo es qué cojones, a pesar de que muchos jefes de proyecto no quieran reconocerlo. No sólo de buenas intenciones y palabrería se dirige un proyecto, también hay viajar a sus catacumbas e informarse de qué se cuece ahí abajo. Y ese viaje no tiene por qué ser en limusina. Otra cosa es que se puedan, y deben, simplificar las cosas. Aunque, independiente de todo esto, me gustaría resaltar aquí un par de paradojas dignas de una nube de evaporación de Mario. La primera es una queja muy común que se hace a los cronogramas realizados mediante paquetes de software, consistente en argumentar que el seguimiento se hace imposible porque está demasiado automatizado y es demasiado inflexible a los avatares cotidianos del curso de un proyecto –Murphy y todo eso. El resultado es que la programación resultante no es del agrado porque no refleja totalmente la realidad del proyecto –y descarto aquí el caso nada extravagante en que no gusta al jefe de proyecto poco amante de la realidad. Aquí habría que reconocer un hecho, que los resultados del paquete de software no son definitivos ni perfectos porque no son inteligentes como nosotros. Siempre hay que hacer algo manualmente, sobretodo en las replanificaciones. Y cuando son conminados a hacer ese esfuerzo de puesta a punto manual, entonces se quejan de que la herramienta debería proporcionar resultados automáticos, que no estamos para perder tiempo con eso -¿seguro?, diría yo, entonces, ¿a que nos dedicamos?La segunda paradoja tiene que ver con la lógica de tareas. Si tantas interrelaciones provocan que las replanificaciones sean menos intuitivas, e incluso errores debidos a inconsistencias –es más fácil que cojee una mesa de cuatro patas que una de tres, no pongamos tantas. “Ya, pero son necesarias”, responde con los ojos iluminados de quien piensa que ha dado en la línea de flotación. Pero, ¿necesarias para qué? Yo entiendo que la mayor utilidad de las interrelaciones radica en el uso del cronograma para hacer el seguimiento del proyecto: dado el impacto de la realidad sobre un grupo de actividades en curso, las desviaciones son transmitidas al resto de actividades subsiguientes en el tiempo a través de la estructura lógica proporcionada por la red de interrelaciones. Así, de un plumazo. El ajuste fino, si necesario, a mano. Y lo que precisamente me importa del proyecto en ese momento es lo que queda por hacer. Lo hecho, hecho está y forma parte de pasado, y cuanto antes lo aceptemos mejor. Así que no quieren eliminar interrelaciones y simplificar la red porque las necesitan, pero luego no las usan porque el ruido que generan les hace imposible aprovecharlas.
Qué oscuras son las catacumbas y qué contradictoria la naturaleza humana.
Hola Diego, mis proyectos no tienen mas de un centenar de actividades, pero he aprendido que tanto arbol por medio no debe dejar de mostrarme el bosque.
ResponderEliminarSe me pone los pelos de punta en pensar en obras de mas 300 de actividades y un seguimiento con herramientes como el msproject, Dios!.
Lo que me he dado cuenta es que es de vital importancia tener varias herramientes que sistematicen de alguna forma las medidas(el feedback) del uso de los recursos.
Sin esto un seguimiento no se puede hacer.
Un saludo, JS.