21 noviembre 2009

Sobre relatividad, oportunismo y saturación

Después de que hace 14 meses una avería abortara el experimento de mayor escala de la historia de la humanidad, ayer por la tarde el acelerador de protones del CERN pudo por fin volver a funcionar. A pesar de que el hecho es idéntico al de septiembre del año pasado, ambos sucesos presentan una gran diferencia desde el punto de vista mediático: el año pasado tuvo una gran repercusión que fue animando el ambiente desde meses antes del inicio del experimento –que, por cierto, nunca llego a materializarse- debido al falso, aunque muy goloso para los vende-alfombras, pronóstico de que el experimento podría destruir el universo conocido –desde luego, hay individuos a los que se les debería restringir el visionado de ciertas películas-. Y es que este año, la reanudación del experimento ha pasado prácticamente desapercibida, lo que no está nada mal.

Quizás el absurdo fenómeno de la gripe A o, ahora que han comprobado que el bulo ha causado menos efecto que la vigésimo-segunda parte de Viernes 13 o un tejano con camisa gastada y deshilachada de franela a cuadros armado con una moto-sierra, la nueva y preocupante mutación del ínclito virus a lo patrulla X le hayan robado el protagonismo. Aunque creo que es más probable que se deba a una renovación en el tipo de castigo que nos espera, un castigo que se hace de esperar más que Godot. Y es que a los judeo-cristianos nos va la marcha. Eso sí, hay que darle un toque de innovación. Porque ahora es lo que está de moda.

Y digo yo que el acojone de hace 14 años debería seguir vigente, al menos para los acojonadizos, porque entonces el experimento nunca llegó a consumarse por causa de la avería y este año, si no hay un nuevo percance, sí. La semana que viene. Así que si tenía pensado vacunarse, hágalo antes de que a los chalaos del CERN les dé por jugar al billar con protones y antiprotones. ¿Lo sabrá la patrulla gripal X?