13 septiembre 2009

Not even wrong

Si hace poco menos de un año asistimos al patético intento de redención de Paul Samuelson, ahora le toca el turno a la reciente y tierna incorporación al club de los chicos del diploma. Me refiero a Paul Krugman, pseudo-Nobel de Economía en 2008. De Paul a Paul y tiro porque me toca. Y me refiero concretamente a este artículo suyo, titulado, nada más y nada menos, ¿Cómo pudieron equivocarse tanto los economistas? Hasta en esos intentos de contrición no dejan de lado su soberbia los de su profesión. ¿Equivocarse?

Cuentan que una vez le enseñaron a Wolfgang Pauli, premio Nobel de Física, un trabajo de cierto estudiante de física para que lo examinara y diera su opinión. La respuesta de Pauli se ha hecho famosa: “No está bien. Ni tan siquiera está mal”. Amigo Krugman, en realidad nunca tuvisteis la posibilidad de tan siquiera equivocaros, porque lo único que habéis estado haciendo todos estos años es dar palos al aire en una habitación oscura. Equivocarse, además, no tiene en ciencia esa connotación negativa que planea por todo el artículo. Equivocarse en ciencia es una cosa muy digna, su razón de ser y lo que la hace avanzar. Equivocarse es una necesidad. Podríamos decir que Michelson y Morley se equivocaron cuando intentaron medir la velocidad relativa con que se mueve la Tierra respecto del éter, porque no hallaron rastro de tal velocidad. En concreto, el error había estado en la propia hipótesis sobre la existencia el éter. Pero la hipótesis del éter era una hipótesis digna de ser incorrecta, porque se podía someter al juicio de la experiencia, podía ser correcta o incorrecta. No podemos decir lo mismo de la Teoría Moderna de la Cartera o, como dice Krugman en su artículo –prestado de Keynes-, las finanzas de casino, una calenturienta elucubración de una noche de verano totalmente desconectada de la posibilidad de ser contrastada de forma empírica. Como diría Pauli, ni tan siquiera es incorrecta. En realidad es un despropósito. Y si, a veces, parece que los resultados empíricos están de acuerdo con sus predicciones, y otras, las más, están en desacuerdo, no es porque sea correcta o incorrecta sino por pura casualidad. Ni lo hace tan bien ni tan mal, es que no tiene nada que ver. No confundamos churras con merinas, como pretende hacer Krugman.

Dentro de poco se darán a conocer los premios Nobel y el diploma del Sveriges Riksbank (o mal-llamado Nobel de Economía). Como cantaban los Golpes Bajos, corren "malos tiempos para la lírica", a ver con qué diplomado nos sorprenden este año.

No podía finalizar sin aprovecharme de este juego de palabras, jeje: ha tenido que venir Pauli a poner el punto sobre la i a los Paul.