A veces, cuando nos ponemos a detallar actividades, y nos emocionamos con eso del detalle y del divide y vencerás, parecemos tontos con una tiza –escribas ante un teclado y un archivo en blanco de MS Project recién abierto esperando con ansia ser colmado de tareas, en versión era del conocimiento. Y el exceso de detalle nos hace marcar un gol en propia puerta; porque no tenemos en cuenta hechos como los siguientes:
- La incertidumbre global del proyecto absorberá todo el nivel de detalle que esté por debajo del nivel de ruido: sería como intentar hacerse oír dentro de una sala donde todo el mundo está gritando.
- Un exceso de detalle incrementa el trabajo para crear y mantener el plan de proyecto: al final es más la salsa que los caracoles –o, puestos a comer pizza, comerse una pizza Hut con masa pan pizza.
- Un mayor nivel de detalle incrementa la probabilidad de cometer errores en el plan: tendríamos un mayor número de estimaciones que exigirían un mayor nivel de precisión, además de un mayor número de interrelaciones entre actividades.
- Existen proyectos en los que no todo el alcance se puede desmenuzar desde el principio y hay que hacerlo de forma progresiva a medida que el proyecto avanza: partir la pizza en 8 trozos, comerse 4 y guardar el resto en la nevera para calentarlo en el microondas al día siguiente.
Quizás Yogi Berra también podría haber triunfado como jefe de proyecto. De hecho, después de hacerlo como jugador, lo hizo como entrenador. Y para finalizar, otro yogiismo inspirador para la gestión de riesgos: “si te encuentras un tenedor por el camino, cógelo”.
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