En un viejo anuncio caíamos en la cuenta de que la bondad de una decisión no se puede evaluar desde el punto de vista de los resultados sino en base a la información disponible en el momento en que se tomó la decisión. Allí considerábamos un ejemplo de una buena decisión con un mal resultado. En el film “Indiana Jones y la última cruzada” asistimos a la escenificación de todo lo contrario. Hacia el final de la película nos encontramos en el cañón de la luna creciente, lugar en el que se encuentra escondido el Santo Grial. El padre de Indy se encuentra herido de muerte y el único remedio es darle de beber del Santo Grial. Pero hay un problema; junto con el verdadero cáliz se encuentran otros más, de manera que no es obvio determinar cuál es el verdadero. Para darle un punto más de emoción al asunto resulta que beber de un cáliz falso no es un acto para nada saludable, pues provoca la muerte del intrépido bebedor. Ahí es ná. Indy, después de elegir un cáliz al azar, y en todo un ejercicio de heroísmo digno de su personaje, decide probarlo antes de ofrecérselo a su padre. El cáliz resulta ser el verdadero Santo Grial y así consigue salvar la vida de su padre. Gran resultado, pésima decisión. Para entender el por qué, visitemos antes el escenario de otra película.
En la “La princesa prometida”, el pirata Roberts reta al siciliano a una batalla de ingenio consistente en un juego mortal. Roberts sirve un vaso de vino al siciliano y se sirve otro para él mismo; uno de ellos contiene un terrible veneno que causa la muerte de forma inmediata. El juego comienza cuando Roberts pregunta al siciliano en qué vaso se encuentra el veneno, y finaliza cuando este último ha decidido y ambos han bebido, determinándose quien de ellos está vivo y quien muerto. La reflexión que hace el siciliano constituye un ejemplo perfecto de la reflexión estratégica que promueve la teoría de juegos. Dice el siciliano: “todo lo que tengo que hacer es averiguarlo a partir de lo que conozco sobre ti. ¿Serías el tipo de hombre que pondría el veneno en su propio vaso o en el de su enemigo? Un hombre inteligente pondría el veneno en el vaso propio, ya que sabe que sólo un loco de atar aceptaría el vaso que le han ofrecido. Yo no soy un loco de atar, así que claramente no puedo escoger tu copa. Pero tú debes saber que yo no soy un loco de atar, lo habrás tenido en cuenta así que claramente no puedo escoger mi copa”. La batalla de ingenios sigue con reflexiones de este tipo hasta que al final el siciliano elige un vaso, ambos beben y el siciliano muere; el veneno estaba en ambos vasos y el pirata Roberts era inmune al mismo. Detrás de la cortina de humor que envuelve la situación, hay dos ilustraciones importantes que se pueden extraer. La primera consiste en el uso del pensamiento estratégico: “qué haría teniendo en cuenta lo que haría la otra parte teniendo en cuenta lo que yo haría teniendo en cuenta lo que haría la otra parte teniendo en cuenta…” En fin, cualquiera que haya echado algunas partiditas al ajedrez sabrá de qué va el asunto. Una forma de representar en un diagrama esta reflexión es la siguiente:
En la tabla se confrontan todas las estrategias posibles de cada uno de los dos jugadores y en cada cruce se ponen los resultados de cada movimiento -el color del resultado de cada jugador coincide con su respectivo color en la tabla. Dos jugadores racionales, como dice el siciliano, que conocen las reglas de juego, hallarán de forma simultánea la combinación de estrategias que llevan a un resultado óptimo para ambas partes –notar que si yo sigo la estrategia que da el mejor resultado para mí pero no coincide con la estrategia que lleva al mejor resultado para la otra parte, no puedo esperar que ésta siga su respectiva estrategia… a menos que sea un loco de atar. En la batalla de ingenio no hay una solución dominante para ambas partes, por lo que lo único que en realidad puede hacer el siciliano es jugársela a cara o cruz.
La segunda ilustración consiste en determinar si se está jugando o no al mismo juego, en la línea de lo que se comenta en un anuncio del blog del nido del escorpión. Al haber puesto un veneno en ambas copas, del que es inmune, el pirata Roberts ha cambiado las reglas del juego. El siciliano se la juega con una moneda con los dos lados iguales ¡y en ningún caso los de su elección! La tabla correspondiente es la siguiente:
Ahora ya tenemos la herramienta de análisis para ver por qué Indiana Jones había tomado una mala decisión, pese al resultado exitoso. En la tabla de estrategias confrontaremos la decisión de probar o no probar frente a la posibilidad de que el cáliz sea el verdadero o no. El resultado será el número de vidas ganadas o perdidas (estas últimas representadas por números negativos). La tabla es la siguiente:
En este caso sí hay una estrategia clara para Indy, que es precisamente la de no probar el cáliz antes de darle de beber a su padre. Efectivamente, mediante la decisión de no probar se salvaría una vida en caso de ser el verdadero Grial mientras que sólo se perdería una en caso de ser falso. En cambio, mediante la decisión de probar se seguiría salvando una vida en caso de ser el verdadero Grial mientras que se perderían dos en caso de ser falso –Indy por probar el Grial y su padre por no encontrar remedio. Para un entretenimiento de aventuras, el arrojo del profesor Jones puede llegar a ser muy emotivo, la línea que separa el arrojo de la temeridad puede ser muy delgada, pero un directivo que no esté loco de atar se cuidaría mucho de encomendarle un proyecto al famoso aventurero del sombrero y el látigo.
En el anuncio anterior, planteé un dilema. Ahora que disponemos de una poderosa herramienta de análisis estratégico, vamos a reconsiderarlo a luz de la misma. Si cruzamos las dos estrategias de cada uno de los dos jefes de proyecto (invertir en más recursos para recortar el plazo o no hacerlo), y asociamos los resultados que obtiene cada uno para los diferentes cruces (desviación en plazo, negativa si excede el presupuesto y positiva en caso contrario), se obtiene la siguiente tabla:
¿Existe una estrategia clara para ambos jefes de proyecto? Como finalizaba el anuncio anterior, si fueras uno de los jefes de proyecto, ¿qué harías?, ¿recortarías el plazo o no? Se aceptan sugerencias.
No, no recortaría el plazo.
ResponderEliminarTienes el problema de que el otro sí que lo recorte, de eso no hay duda.
Pero no lo recortaría porque:
a) se trata de un problema iterativo, puede que tú y él os volvais a encotrar, o tu empresa y su empresa, tu departamento y su departamento, etc. y en esos casos en los dilemas del prisionero es mejor colaborar, al menos colaborar la 1º vez que os encontréis
b) ¿seguro que no os podeis comunicar? porque en ese caso ya no habréa dilema, aunque muchas veces la gente te la clava por la espalda :p De todas formas, si os podéis comunicar, puede que de cara al cliente, es mejor que uno de los dos proyectos se sacrifique por el conjunto (cambias los valores en el cuadro, ya que entonces lo que más se prima es la satisfacción del cliente). Esta solución depende de las relaciones con el otro jefe de proyecto. En principio a mí no me importaría "sacrificar" mi proyecto si luego la otra persona no se cuelga todas las medallas, ya que se trata de una "solución de equipo".
No, no recotaría el plazo. Si bien es tentadora la idea ser responsable de utilidades extraordinarias, es importante ver como un conjunto ambos proyectos. De esta perspectiva existen tres posibilidades.
ResponderEliminar1.- Sin utilidades extraordinarias ni perdidas.
2.- Perdidas por -10.000
3.- Perdidas por -20.000
Al no recortar el proyecto, las alternativas se reducen a las dos primeras y por ende no es responsable por mayores perdidas.
Gracias por vuestras contribuciones.
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