29 diciembre 2006

El hombre que nunca estuvo allí

Buscando entre las infinitas y caleidoscópicas maneras de clasificar los seres humanos, quizás encontráramos acaso una basada en tres categorías: aquellos que dotan a su vida de una fugacidad inversamente proporcional a la intensidad con que la consumen, los que viven la vida, y los que simplemente la ven pasar ante sus narices cual imágenes errabundas que se pierden en la oscuridad. Si, además, esta clasificación tuviera alguna realidad, Carlos Granell pertenecería sin duda a esta última categoría.

Alrededor de una larga mesa, Carlos se encuentra celebrando su quincuagésimoprimer fin de año con su mujer, sus tres hijos y la familia de su hermana. En televisión están retransmitiendo las doce campanadas aunque sus pensamientos no parecen encajar en el jolgorio familiar que llena el amplio salón de su casa madrileña de Arturo Soria. El tañido de las campanas anuncia el nuevo año y Carlos siente que le quedan 27 años menos que vivir, precisamente los años transcurridos desde el inicio de su carrera profesional. Recuerda cómo en aquel momento sentía que todo lo bueno de la vida le aguardaba; que un mar de posibilidades intactas estaban ahí esperándole para ser materializadas; y que, de alguna manera, estaba llamado para alcanzar el éxito profesional. Lo que no apercibió es que el tiempo también comenzaba a escaparse como lo hacían los granos de arena de su pequeña mano cuando jugaba de niño en la playa. Y que durante los siguientes 27 años no lograría alcanzarlo en su inexorable huída.

Pocos años después se casó con Judith, su primer y único amor, después de más de diez años de noviazgo. Su primer hijo no se demoró mucho. Los otros dos vinieron casi como resultados de sendos intentos por superar el hastío de su matrimonio, postergando su fin con la esperanza de que vendrían buenos tiempos. Luego le acompañaría la fría sensación de no haber llegado a experimentar lo que es la pasión, vivir las emociones al límite. Y aún hoy le acompaña en ese salón lleno de emociones y vacío a la vez. Mientrastanto su carrera profesional avanzaba, aunque solo fuera por la inercia intrínseca que imprime el paso del tiempo. Aunque cada vez ocupaba puestos de más responsabilidad, los días transcurrían para Carlos sin más trascendencia que la de la mera y vacía repetición indefinida de cosas idénticas, jornada tras jornada, semana tras semana, año tras año. En algún oscuro lugar de ese vacío yacía la sensación de que estaba desperdiciando los mejores años de su vida. A pesar de ello seguía a la espera, sostenido por la ilusión de que lo mejor estaba aún por llegar, como si la vida fuera a ser condescendiente con él.

Los cuartos han terminado dando paso a las doce campanadas, y todos los que se reúnen alrededor de la gran mesa del salón sostienen en su mano la copa con las uvas dispuestas para ser engullidas al ritmo que marca el tiempo en su huída. Para Carlos el acto es meramente mecánico, sus pensamientos fluyen al margen de ese ritmo, sigue sin poder conseguir unirse a esa huída en una gran metáfora de su vida. En realidad, sus pensamientos intentan abarcar otro tiempo, ya perdido y, por tanto, inexistente. Un tiempo dedicado a la espera de algo que probablemente nunca llegaría a suceder, a reflexionar sobre la posibilidad de culminar su progreso profesional presidiendo el consejo de una gran compañía multinacional o, al menos, ocupando un cargo de la alta dirección. El progreso era lento, pero siempre quedaba tiempo por delante. Mientras, el propio tiempo persistía en su huída sin que Carlos pudiera aprehenderlo. Y con él se fugaban su juventud, las posibilidades intactas, su matrimonio… Hasta que llegaron los rumores de fusión con una multinacional norteamericana líder en el sector. De eso hace tan sólo año y medio. Carlos ocupaba ya un cargo de gran responsabilidad y se veía a un paso de ocupar otro dentro de la alta dirección de la compañía. Si eso se producía dentro de una gran multinacional, sería el premio a su larga y vacua espera. Pensaba que no estaba mal posicionado para aspirar a llevar el negocio de la multinacional en Europa, dado su actual conocimiento del entorno gracias a las diferentes filiales con que contaba su actual compañía en el continente. La espera de Carlos se aplazó durante 14 meses hasta que, justo hace unos cuatro, la fusión se hizo efectiva. Tan sólo hace 15 días se comunicó la reestructuración organizativa. La estructura directiva intermedia, a la que él pertenecía, había sufrido un duro varapalo; y Carlos formaba parte del 80% de los directivos que iban a ser despedidos. Las campanadas estaban llegando a su fin mientras que un sombrío sentimiento de rabia concomía el alma de Carlos. Cómo le podían hacer esto a él. Cuando por fin le llegaba la oportunidad de ocupar un cargo de alta dirección en una multinacional, no sólo no contaban con él, sino que, además iba a perder su actual puesto. Cómo le podían hacer esto. A él, que había renunciado a las mejores cosas de la vida por esperar una oportunidad como ésa.

El último campanazo tiene lugar entre el griterío de la gente, que en las imágenes de la televisión celebra la entrada del nuevo año. Todo parece comenzar en este mismo momento, el tiempo parece inagotable; pero, entre los últimos estertores del último campanazo, Carlos siente cómo se escapan sus últimas ilusiones, que habían alimentado durante años una vana espera, en una huída que en realidad comenzó hace 27 años.

16 diciembre 2006

Corrección de erratas

El pasado 26 de noviembre publicaba un documento sobre el Análisis del Valor Ganado, que unificaba la serie de anuncios que había venido publicando sobre el tema. Entre otras cosas decía que había “tenido que revisar, corregir erratas…”. Bueno, el ingenuo nunca pierde la capacidad de asombro. En este caso sobre cuan paradójicamente perfectos somos a la hora de crear imperfección. Porque resulta que aún había quedado algún error importante. Aquí se puede descargar una nueva versión “corregida”, aunque en el acceso a través del anterior anuncio también se accede ya a esta nueva versión. Gracias Iñaki por la lectura relajada del documento y la detección de las erratas. Las correcciones importantes se han producido en la fórmula (2) de la página 3, y las fórmulas (9) y (10) de la página 11.

28 noviembre 2006

Más sobre Software de la Cadena Crítica

En la entrada del pasado 7 de noviembre enumeraba algunos de los paquetes de software de gestión de proyectos mediante Cadena Crítica que consideraba, en mi opinión, como los más relevantes entre los que conozco y personalmente. Esta cadena de sesgos podría ocasionar alguna omisión importante. Pero no es este tipo de omisión al que me quiero referir.

A pesar de que el método de la Cadena Crítica es de un sentido común aplastante, según sus defensores, e infantil, según sus detractores, que haberlos hailos y que, por cierto, no deja de ser otro piropo dados los tiempos de oscurantismo gurú que corren en el mundo del management (el homo economicus se resiste a asimilar que las grandes soluciones son breves, obvias y sencillas), a pesar de ello, decía, este sentido común suele brillar por su ausencia a la hora de implementar el método -en realidad más cosas, pero lo dejamos aquí. Es por ello que no viene mal una ayuda a la hora de implementar Cadena Crítica. He conocido que existen otros consultores expertos en su implementación en nuestro país, utilizando, además, uno de los paquetes que citaba en la citada entrada, ProChain. Estos consultores son Teoce. Dado que el propósito de la entrada era dar a conocer productos y soluciones relacionados con Cadena Crítica, según una petición hecha en otro anuncio anterior, he creído conveniente completar dicha información.

26 noviembre 2006

Seguimiento de proyectos con el Análisis del Valor Ganado (y 13): epílogo

Llevaba largo tiempo pensando en recoger y unificar bajo un mismo formato todo aquello que he ido contando en esta serie acerca del seguimiento de proyectos con el Análisis del Valor Ganado (AVG). Esta visión se ha visto finalmente materializada en este documento, cuya culminación ha sido más ardua de lo que un refrito de textos podía suponer a priori. Para ello he tenido que revisar, corregir erratas y estilo, además de entrelazar las diversas partes del documento que, pese a provenir de una serie más o menos homogénea, nunca lo puede ser dado el carácter discontinuo y espaciado en el tiempo de los diferentes fragmentos. Releyendo sentía a veces que me hubiera acechado el peligro que narraba Montaigne de que hubiera perdurado el recuerdo de las cosas pasadas habiendo perdido el recuerdo de sus repeticiones. Espero haber salido indemne de él.

Por otro lado, he optado por volver a los orígenes, por lo que a notación se refiere, y reescribir todas las magnitudes del AVG en su versión estándar y tradicional. Al final he añadido un glosario con las definiciones originales en inglés de estas magnitudes y su traducción española. El artículo, al igual que esta serie, finaliza con una introducción a la Programación Ganada (PG), una técnica de muy reciente aparición en la disciplina de la Dirección de Proyectos. Obviamente, se puede profundizar más en PG –al igual que en AVG-, pero he preferido cerrar esta serie –y el artículo- con el alcance que se ha configurado a lo largo de la misma ya que le confiere un todo coherente y un nivel más que suficiente para su aplicación al seguimiento de proyectos. Ello no quiere decir que sigamos ahondando en ello, sólo que con esto cerramos una etapa.

22 noviembre 2006

Dos desafíos (y 2)

Si pudiéramos por un momento hacer una lista con las soluciones que cada persona que haya leído el anuncio anterior ha escogido para cada uno de los dos desafíos, me siento con bastante confianza para aventurar la posible distribución de resultados. Ahí va: en el primer desafío la mayor parte de la gente habrá optado por el primer remedio –reutilizar el código-, mientras que en el segundo desafío la mayor parte de la gente habrá optado por la segunda alternativa –poner en marcha el plan de contingencia. No tengo forma de saberlo, pero apostaría fuertemente por ello. ¿Por qué? Antes fijémonos en un detalle muy peculiar que tienen en común las situaciones a las que se enfrentan Telesforo y Juanma. En términos monetarios, ambas situaciones son exactamente iguales, en la primera alternativa se pierden 25.000 € y en la segunda existe una probabilidad de 2/3 de perder 40.000 €. ¿Cómo entonces me atrevo a apostar por que sea bastante probable que Telesforo escoja la primera alternativa y Juanma la segunda? ¿Por qué?

Eso es al menos lo que sugieren unos estudios realizados por nuestros viejos conocidos Kahneman y Tversky en los que analizan las respuestas que damos las personas a situaciones análogas. En este caso lo que se pone en el punto de mira es nuestra tendencia de asumir riesgos para evitar pérdidas y evitarlos para obtener ganancias. Uno más de nuestros sesgos cognitivos. ¿Qué no te lo acabas de creer? Si realizas presupuestos, juegas a la bolsa, eres analista de riesgos o te vas a montar una empresa, haz un ejercicio de introspección. Y ojo, que estamos hablando de una mayoría de la gente en/o una mayoría de las situaciones. Pero ahí está. Tal y como estaba planteado el caso de Telesforo, la primera alternativa era la de recuperar –ganar- 15.000 € de forma segura frente a una probabilidad de 1/3 de recuperar 40.000 €. Pues eso, que más vale pájaro en mano que ciento volando. En cambio, en el caso de Juanma la primera alternativa era perder de forma segura 25.000 € frente a una probabilidad de 2/3 de no perder nada.

08 noviembre 2006

Dos desafíos (1)

Telesforo se pasa el dedo índice de su mano izquierda por el estrecho margen que queda entre la nuez de su garganta y el cuello de su impecable camisa blanca de corte italiano. En ese instante, la corbata de Ermenegildo Zegna se le asemeja más a una soga que lo va a estrangular de un momento a otro. La cosa no es para menos. A causa de una ligereza cometida durante la toma de requerimientos, unos meses antes, uno de los módulos de software del CRM que está implantando en un banco no ha pasado las pruebas unitarias. Y no es que no las haya pasado, con toda probabilidad va a haber que rehacerlo por completo. Unos 40.000 € tirados a la basura. Bueno, quizás el asunto no esté completamente negro. A veces el insomnio, como el de la noche anterior, sirve para pergeñar algún parche que otro.

Después de meditarlo a la luz de la vigilia, se le ocurrieron dos remiendos alternativos a rehacer por completo el módulo y perder 40.000 €. El primero es consecuencia inmediata de descubrir que, en realidad se podría reutilizar una parte del código recuperando así unos 15.000 €. El segundo consiste en realizar unas pequeñas modificaciones en las programaciones de los módulos restantes, con un coste despreciable, para que, una vez integrados todos los módulos, la aplicación funcione en su conjunto –hay que ver lo que da de sí una noche de insomnio. El punto de emoción lo da el hecho de que la probabilidad de que salga bien es de 1/3 y, por tanto, 2/3 de que no salga bien y acabe rehaciendo el módulo por completo –Telesforo se empleó a fondo en su gran noche. Y ahora viene el desafío nº 1: ¿cuál de las dos soluciones escogeríais vosotros, estimados lectores?

Otros 40.000 € va a palmar Juanma, un analista de una pequeña firma de capital riesgo que acaba de abrir la ventana de su oficina para que la fresca brisa de la mañana le aclare un poco las ideas. Por un instante de tiempo infinitesimal, su mirada se cruza con la de otro tipo en el edificio de enfrente que se pasa angustiado el dedo entre su cuello y el de su camisa. Podría perder esos 40.000 € que se ha gastado en el estudio de un proyecto empresarial de unos emprendedores que, tras demostrarse que la inversión sería suicida, no podrá recuperar –lo que se conoce como costes evitables. Los podría perder a menos que considere alguna de las dos alternativas siguientes. La primera consiste en invertir en otro proyecto más viable de esos emprendedores a cambio de pagar sólo 25.000 € por el estudio realizado (el resto correría a cargo de los emprendedores). Y la segunda poner en marcha cierto plan de contingencia que le ofrece una probabilidad de 1/3 de que no pierda los 40.000 €. Y con esto, el desafío nº 2: ¿cuál de las dos soluciones escogeríais vosotros, estimados lectores?

Que lo disfrutéis.

07 noviembre 2006

Software de Cadena Crítica

En un comentario a un anuncio anterior titulado “Ojo con el método del camino crítico”, Juan Ignacio pone, en mi opinión, el dedo en la llaga entre la diferencia entre un concepto y una respectiva herramienta asociada al mismo, y su aplicación a problemas reales mediante la respectiva ayuda de una herramienta. Finalmente, se pregunta sobre la existencia de herramientas de software para el cálculo de la cadena crítica de un proyecto. Dada la antigüedad del anuncio, he creído conveniente escribir un nuevo anuncio en vez de una nota en el anuncio anterior.

Efectivamente, existen diversos paquetes de software que calculan, no sólo la cadena crítica de un proyecto, sino los amortiguadores y demás conceptos del método de la cadena crítica de Goldratt. Entre ellos destacan:

  • Concerto, es uno de los pioneros, basado en la solución original de TOC para operaciones. No es una aplicación al uso sino que suele formar parte de un proyecto de consultoría. En España se puede contactar con CMG Consultores.
  • PS8.
  • Cc-Pulse y cc-MPulse, que funcionan como complementos a MS Project.
  • ProChain, también un complemento a MS Project.

Otra cosa es que el homo economicus sea capaz de hacerlos funcionar, tanto conceptos como herramientas de software. De estos problemas habla Goldratt en su Saga para mejorar la Producción, donde se pregunta cómo, si la mayor parte de los profesionales están de acuerdo en la efectividad de una herramienta, sólo una ínfima parte consigue implementarla con éxito –¿es quizás este el fracaso al que se refiere Juan Ignacio? Goldratt llega a la conclusión de que lo que tenían en común esta ínfima parte era su carisma y carácter analítico. Parece ser que en esta era del capital humano lo que se escribe acerca del liderazgo es inversamente proporcional a lo que se ve como peatón de la vida.