12 marzo 2008

Comportamiento organizacional

Si los comportamientos individuales de los miembros de nuestra especie pueden ser curiosos –cada individuo es un mundo en sí mismo- el comportamiento resultante de nuestra agregación en grupos –y equipos (¿!)- y organizaciones tampoco tiene desperdicio. Quién no se ha visto atribulado por el absurdo funcionamiento que se observa –más a menudo de lo que podría pensarse como razonable- en un proyecto –y una organización en general. Comportamientos que llegan a rondar la estupidez, cuando paradójicamente las personas que hay por detrás tienen cierto nivel de inteligencia. ¿Cómo puede llegar a ocurrir eso? Un grupo de personas más o menos inteligentes haciendo estupideces en grupo. ¿Somos nosotros la causa de esta estupidez o es un fenómeno emergente?

La verdad es que siempre tendemos a personificar en la figura de alguien –el empleado, el jefe, el coordinador, el proveedor, el cliente, etc., alguien que viste y calza- la causa de las tribulaciones de uno. En realidad, como buenos primates que han pasado el 99% de su historia evolutiva sobreviviendo en la sabana africana primero y colonizando el resto después, estamos plagados de resortes biológicos, sesgos y atajos cognitivos –heurísticos-, que no funcionan nada bien cuando tratan de interpretar el mundo interconexionado que hemos creado durante los últimos ocho mil años. Y entre ellos está la irremediable necesidad de encontrar una relación causa-efecto simple a todo aquello que acontece en nuestra experiencia cotidiana diaria, nuestras relaciones sociales. Y en este mundo complejo, las causas no saltan a la vista de forma nítida. Incluso puede que no sean atribuibles a los individuos que supuestamente pensamos que las originan. Por eso creo que la estupidez organizacional es un fenómeno emergente. No tiene por qué haber un culpable: entre todos la matamos y ella sola se murió. Y si no, reflexionad sobre las sensaciones que os producen estas glosas que circulan por el mundo anglosajón:

En el principio fue el PLAN.
Y entonces vinieron las asunciones.
Y el plan se quedó sin sustancia.
Y las asunciones se quedaron sin forma.
Y la oscuridad se cernió sobre el equipo.

Y los miembros del equipo hablaron entre ellos diciendo:
“Esto es una p**a m**rd* que apesta”.
Y luego fueron a sus supervisores y dijeron:
“Esto es un cubo de m**rd* que nadie puede soportar”.

Y los supervisores fueron a sus gerentes y dijeron:
“Es un contenedor de excrementos, y es muy fuerte.
Tan fuerte que nadie puede soportarlo”.

Y los gerentes fueron a sus directores y dijeron:
“Es un saco de fertilizante, y nadie puede soportar su intensidad”.

Y los directores fueron al vicepresidente y dijeron:
“Promueve el crecimiento y es muy efectivo”.

Y los vicepresidentes fueron al presidente y dijeron:
“Este nuevo plan promoverá de forma activa el crecimiento
y el vigor de la organización, con poderosos efectos”.

Y el presidente miró el plan y dijo que era bueno.
Y el plan se convirtió en norma.
Y así es como la m**rd* sucede.

11 marzo 2008

Me cuesta tanto… decidirme (4)

Hola. Soy Ramiro y no he conseguido ser PMMU. Aunque voy a conservar mi silla –ayer conseguí que nuestro cliente no nos abandonara como inversores. Y en unos días partimos hacia Nueva Zelanda de vacaciones. La verdad, visto ahora a posteriori, hubiera invertido en cualquier caso y me apetece irme de vacaciones pese a no haber conseguido el título de PMMU. Aunque, cuando vuelva a ocurrirme algo parecido, seguro que caigo en el mismo pozo de la indecisión. ¿Por qué será todo tan complicado?

07 marzo 2008

Me cuesta tanto… decidirme (3)

Parece ser que Ramiro no ha tomado ninguna decisión. Pero, ¿por qué le cuesta tanto decidirse?

Definición de Trabajo en Equipo

“Trabajo en equipo es un montón de gente haciendo lo que yo digo”.

Un jefe anónimo.

Me cuesta tanto… decidirme (2)

Hola. Soy Ramiro y soy jefe de proyecto en una importante firma de capital de inversión; aunque no sé si por mucho tiempo. El pasado miércoles pospuse mi decisión de recomendar entrar en el proyecto y esta mañana ha venido mi Program & Portfolio Manager todo enfurecido preguntándome que qué es eso de que el cliente está sopesando otros inversores aparte de nosotros, que cómo que no insté a cerrar el asunto el miércoles. Qué estrés. ¿Les he dicho que la incertidumbre me mata?

Bueno, puede que me entere de mi defunción en Nueva Zelanda. No podía decidirme… pero Marina lo ha hecho por mí. Y yo sin saber si he aprobado el PMMU. Qué estrés.

05 marzo 2008

Me cuesta tanto… decidirme (1)

Hola. Soy Ramiro y soy jefe de proyecto en una importante firma de capital de inversión. Y tengo un problema. Hoy vence el plazo para que dé mi visto bueno y se firme un nuevo proyecto de unos cuantos millones de euros. Pero claro, hay unas elecciones generales de por medio, y la verdad es que me quedaría más tranquilo tomando la decisión después de conocer el resultado. La incertidumbre me mata.

En realidad, tengo otro problema. Marina me acaba de llamar diciéndome que ha encontrado una oferta fabulosa para pasar las vacaciones de Semana Santa en Nueva Zelanda. Tenemos hasta este viernes para decidirnos. Bueno, para decidirme yo. Porque ella lo tiene de un claro que asusta. Pero resulta que la semana pasada realicé el examen para obtener el título de Project Management Master of the Universe (PMMU) y hasta el próximo lunes tampoco sabré si he aprobado o no. Y la verdad es que no estoy seguro si lo habré pasado o no. ¿Cómo voy a decir que sí al viaje y luego resulta que he suspendido el examen y no soy PMMU? La incertidumbre me mata. Y si no, lo hará Marina.


¿Qué decisiones tomará Ramiro? El próximo viernes lo sabremos…

03 marzo 2008

Monos programadores

Dicen que una vez alguien entró en una tienda de mascotas y, mientras miraba los diferentes animales que estaban en exposición, otro cliente entró en la tienda y le dijo al dependiente: “querría un mono C, si es tan amable”. El dependiente asintió y se dirigió hacia una jaula situada en el fondo de la tienda, de donde sacó un mono. Le puso un collar y una correa y, entregándoselo al cliente, le dijo: “son 10.000 €”. El cliente pagó y se fue con su mono.

Nuestro primer personaje, el que estaba echando un vistazo a la tienda y que había sido testigo atónito de la extraña compra, se dirigió al dependiente y le dijo: “qué mono más caro, pero si la mayoría de ellos no cuesta más de unos cientos de euros; ¿por qué cuesta ése tanto?”. A lo que el dependiente le respondió: “ah, ese mono puede programar en C de forma muy rápida, con el código justo y sin fallos; vale realmente su precio”.

Entonces, nuestro atribulado personaje miró otro de los monos de la jaula y exclamó sorprendido: “¡anda, pero si este otro mono es aún más caro, 20.000 €! ¿Qué es lo que hace?”. A lo que el dependiente respondió: “Ese es nuestro mono C++. Puede programar en lenguajes orientados a objetos, Visual C++ y Java; cosas de verdadera utilidad”. Mientras el dependiente decía esto, nuestro personaje seguía mirando a su alrededor y, entonces, vio un tercer mono en una jaula para él solo. Su precio era de 100.000 €. Ya casi sin aliento, le dijo al dependiente: “ése vale más que todos los demás juntos; ¿qué demonios es lo que hace?”. Encogiéndose de hombros, el dependiente replicó: “Bueno, en realidad no le he visto hacer nada, pero él dice que es jefe de proyecto”.