Una escena de la película de David Lean, Lawrence de Arabia, ilustra la típica respuesta que se observa en la gestión de proyectos cuando nos enfrentamos a una situación de incertidumbre y cambio no esperado.
Mientras Lawrence y su acompañante descansan en el desierto, un diminuto punto empieza a distinguirse en el horizonte, agrandándose a medida que se viene acercando. El misterioso objeto parece encontrarse muy lejos aún como para saber de qué se trata, aunque la curiosidad los mantiene expectantes, mirando y esperando sin apenas hablar, y sin saber qué hacer ante el fenómeno que se aproxima. Hasta que llega un momento en el que lo reconocen, es un hombre montado en un camello. Aún así, no saben quien es ese hombre y la incertidumbre continúa. Permanecen inmóviles sin saber quien es o qué deberían hacer. Finalmente el acompañante de Lawrence, sospechando que la situación puede entrañar peligro se dispone a coger su revólver. Pero, antes de que pueda alcanzarlo, el hombre desconocido le dispara. El hombre baja del camello, camina hacia el cuerpo inerte y dice: “está muerto”. A lo que Lawrence replica: “sí, ¿por qué?”.
Cuántas veces intuimos o sentimos que algo comienza a amenazar el proyecto pero no lo tenemos los suficientemente en cuenta, bien porque no es lo suficientemente concreto, bien porque es difícil darle un significado o, y esto sí que no tienen perdón, bien porque preferimos no hurgar en el asunto porque a nadie le gustan las malas noticias. Al final, cuando el desastre sobreviene, y todo ha acabado, lo único que podemos hacer es preguntarnos por qué.
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