02 julio 2010

Profetas en un mundo globalizado

Supe por primera vez de la historia allá por los años noventa cuando la leí en el absolutamente imprescindible “El hombre anumérico” de John Allen Paulos; un título que debería ser el libro de cabecera en la futurible asignatura de educación financiera en la escuela. Leedlo y sabréis por qué.

En esa misma época ya habían pasado unos pocos años desde la última reposición que TVE hizo en los 80 de la serie de televisión “Alfred Hitchcock Presenta”; la original, la de finales de los años 50. Y entonces no sabía lo que ahora acabo de descubrir: que dicha historia fue llevada a la pantalla en uno de los episodios de la serie. Probablemente no viera ese capítulo en mi adolescencia, aunque intentaba no perderme ni uno; existen un total de 273 episodios. Quizás lo viera realmente, pero se perdiera en el laberinto de poros que conforma la memoria. El caso es que hasta hoy, el libro de Paulos era la fuente más primigenia que tenía de dicha historia. Hasta hoy.

El segundo episodio de la tercera temporada de la serie, titulado “Profeta por correo” es una pequeña joya educativa que también debería formar parte del currículo de nuestra necesitada asignatura de educación financiera.

Pero vamos con la historia. Voy a contar la versión de la historia que se puede encontrar en el libro de Paulos, y os dejo para que salgáis corriendo luego a haceros con el episodio presentado por Hitchcock y disfrutéis de su dramatización para la pantalla. Un episodio que, como diría un periodista típico, es de rabiosa actualidad pese a sus 53 años.

Paulos plantea la historia de la siguiente manera. Si durante seis semanas seguidas recibierais por correo las predicciones de un asesor de bolsa acerca de cierto índice del mercado de valores y las seis fueran acertadas, ¿estaríais dispuestos a pagar por recibir la séptima predicción? Pues ojo al siguiente timo: alguien que se hace pasar por asesor financiero envía 32.000 cartas a otras tantas personas. Las cartas hablan de un elaborado sistema informático, de experiencia financiera y contactos. En 16.000 de las cartas predice que cierto valor de bolsa subirá, mientras que en las 16.000 restantes que bajará. Tanto si sube el valor como si baja, envía una segunda carta pero sólo a las 16.000 personas que recibieron la predicción “correcta”, fuera esta la que fuera. En 8.000 de ellas predice un alza para la semana siguiente y una caída en las restantes 8.000. Repite el procedimiento una tercera vez con las 8.000 personas en el que el pronóstico ha sido el “acertado”. Siguiendo el procedimiento, al final de la sexta carta enviada a los 1.000 “supervivientes” hasta ese momento, quedan 500 personas que han recibido seis predicciones “correctas”. En la siguiente carta, la séptima, se les recuerda esto y se les dice que para seguir recibiendo tan valiosa información habrán de aportar 500 €. Si todos pagan, nuestro asesor se saca 250.000 € y que salga el sol por Antequera. Dice Paulos que si esto se hace a sabiendas y con intención de defraudar, es un timo ilegal. Aunque se acepta si lo hacen involuntariamente unos editores, serios pero ignorantes, de boletines informativos sobre la bolsa.

La lista de Paulos parece muy corta, creo que para evitar ser políticamente incorrecto. Pero existe una variopinta pléyade de personajes, que ahora mismo tengo en mente y que vosotros os podéis imaginar fácilmente, que alargaría, y de qué manera, la susodicha lista. Porque es que son legión. Una consecuencia del mundo globalizado de la que no se suele hablar. Y también del anumerismo generalizado de la sociedad. Dicen que nadie es profeta en su tierra. Obviamente, este refrán tiene su origen en un mundo menos poblado o, al menos, no interconectado. En la aldea global, por el contrario, el profeta es una consecuencia inevitable del azar. Quién le iba a decir a Demócrito que la necesidad podía ser una consecuencia del azar. Sobre esto ya escribí en una entrada antigua. Una aplicación del mismo fenómeno a otro tipo de “éxitos”. Otra entrada de temática parecida es ésta.

Y ahora es el momento de hacerse con el episodio y verlo. Si creéis que os lo he contado todo, no es así. El episodio tiene un final sorprendente, haciendo honor al estilo de la serie.

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